NOTA: ¿¡Ramiro de Maeztu en la rue!?

Esta nota se envió al diario EL COMERCIO de Gijón  con motivo del cambio del nombre de la calle RAMIRO DE MAEZTU en el centro de Gijón por FRANCISCO TOMÁS Y VALIENTE en el año 1998. 
Dicho periódico no tuvo a bien publicarla.


¿¡Ramiro de Maeztu en la rue!?

“...Dentro de algunos, pocos años, me setiré viejo y me despedirán de los periódicos. No me quedará cosa ninguna ni en la Caja de ahorros ni dentro del meollo. Habré vaciado los sesos en las colecciones de los periódicos y nadie se tomará el trabajo de consultarlos... Nos aguarda la pobreza durante la vida y el olvido después de la muerte.
                          Ramiro de Maeztu

Aunque acertar con esta clase de profecías es muy fácil en esta desmemoriada España, sigue dando muchísima pena comprobar cómo hombres y nombres señeros de nuestra común historia cultural (y no tenemos tantos) son olvidados con ligereza suma.
El penúltimo episodio de esta inveterada tradición tan hispana ha sucedido hace algunos días aquí, en Gijón.
Se ha cambiado el nombre de una calle que recordaba a  Ramiro de Maeztu, egregio vasco, para  rebautizarla con otro, también insigne, el de Fracisco Tomás y Valiente. Desvestir a un santo para vestir a otro.
Que Francisco Tomás y Valiente y su muy vil asesinato son dignos de recuerdo perenne, es evidencia que excusa mayor explicación. Que la figura de Ramiro de Maeztu y su muy vil asesinato no merecía esta damnatio memoriae tampoco debería requerir más prolijos argumentos. Que en las calles de Gijón había sitio para ambos, parece algo obvio.
Como las torpezas suelen darse arracimadas, nadie en todo nuestro sesudo consistorio debió de advertir que muy pronto se conmemorará con bombo y platillo el centenario de la llamada Generación del 98. ¿Quizá era éste el primer acto solemne con el que nuestros ediles y demás autoridades pensaban inaugurar dichas celebraciones? ¿Acaso ignoraban que don Ramiro fue uno de sus representantes más ilustres? Se ha unido, pues, al despropósito la inoportunidad.
Me pareció oír, quiero creer que mal, en algún medio de comunicación que se había elegido esta calle por el especial significado cultural que entraña, habida cuenta de los edificios que la flanquean. De ser esto así, se habría unido al despropósito y la inoportunidad la estulticie. ¿Es que se quería significar con ello que todo un periodista, ensayista, conferenciante, diplomático y académico no merecía ya nombrar calle tan alta?
No soy yo el más indicado para hacer el recordatorio de sus muchos méritos, ni éste el momento idóneo. Diré tan sólo, porque creo que viene al caso, que Ramiro de Maeztu fue un gran vasco al tiempo que un gran español, sentimientos otrora compatibles y ahora parece que trágicamente antitéticos. Y conste que sé  bien que su figura y trayectoria intelectual han sido y seguirán siendo polémicas, no comulgando quien esto escribe con muchas de las ideas y teorías de su última etapa; mas todo ello no justifica, creo yo, la medida adoptada.
Me parece lamentable también que este hecho pequeño, si se quiere, pero significativo, haya ocurrido sin que una sola voz del mundo intelectual gijonés, a lo que sé, haya mostrado su contrariedad por el extraño cambio. Y nótese bien que en ningún momento estoy poniendo en duda  la justicia de nombrar una calle de nuestra ciudad en memoria de don Francisco, que como declaró su corajudo hijo, es en realidad un homenaje a todas las víctimas del horrible terrorismo. Tan sólo critico el torpe método.
Tengo a don Vicente Álvarez Areces por un buen alcalde. El mejor escribano hace un borrón. Ignoro de quién fue la feliz ocurrencia, pero la solución parece fácil. Por ello propongo que, a la mayor brevedad, nuestro ayuntamiento apoye la iniciativa de bautizar  una calle anónima con el nombre de Ramiro de Maeztu y , de paso, que se añada en la placa el nombre de su hermana María de Maeztu, eminente escritora y pedagoga, también injustamente olvidada. Ahí está todo el año1998 para llevarlo a cabo.

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